viernes, 8 de marzo de 2013

Tercer aula pasillo de 2º

23 de octubre de 2012. Relación de hechos transformados por mi mirada: en el aula, tercer aula del pasillo de 2º, planta baja frente a cafetería, 6’63 metros de ancha por 9’30 metros de larga, materia ciudadanía, somos 17 individuos en clase, trabajo con dilema moral (caso real, bombardeo de coventry), les pido que dispongan las mesas en U, entiendo que tardan más de lo necesario, un alumno llega tarde, casi todos están colocados, dos de ellos permanecen en el centro esperando mi reacción, insisto “ya sabéis que tenéis que estar en U para cuando llegue”, se hacen los despistados, me indican que de esa forma no ven la pizarra, les respondo que nos ponemos en U para vernos y mirarnos mientras hablamos y no para ver mejor la pizarra, están situados en U, estoy cansado, análisis del dilema (tratan de buscar razones a favor de una u otra opción), salen en la pizarra individualmente y anotan esquemáticamente sus razones, después de escrito se vuelven y se dirigen a los demás desde la pizarra desarrollando su idea oralmente, se interrumpen (algunos), no se escuchan (algunos), no piden la palabra (la mayoría), no atienden (algunos), hablan con sus compañeros (algunos), tiran pequeñas bolas de papel con una cerbatana fabricada con bolígrafo bic (uno de ellos), reciben el impacto de bolitas de papel lanzadas con cerbatana casera (dos de ellos), calculan distancia recorrida por bolitas de papel lanzadas con cerbatana casera (alguno), se imaginan una y otra vez el tatuaje que Ana Belén les acaba de enseñar descubriéndose la espalda (algunos), piensan en cómo persuadir a sus padres para que les permitan hacerse una cosa tan chula como la que se acaba de hacer Ana Belén (algunos), piensan en cuánto tiempo queda para que toque el timbre (algunos, incluido el profesor), gritan “¡que os calléis!” (dos, no yo, yo ya decidí no gritar), espero, represento la espera, me siento frustrado, incapaz, descontento conmigo mismo, intuyendo quizás que yo soy el culpable de esa situación pero buscando modos de responsabilizarlos, atraviesa mi mente el recuerdo de que un compañero usa recreos como castigo cuando se pierde tiempo en el aula, pienso en qué significa perder tiempo en el aula, decido y anuncio sin reflexionar que tendremos que volver en el segundo recreo para recuperar ese tiempo, otra vez el tiempo, veo a isabel y constato su enfado, exterioriza su rechazo a la decisión que he tomado, por cómo me afecta la actitud de isabel diría que en el fondo esperaba su comprensión, su aprobación, trato de discutir con ella, trato de justificarme, argumento mal y tomo consciencia de que mi decisión no fue meditada, “¡mierda!” pienso, “no es justo que tengamos que quedarnos también los que nos portamos bien” me dice isabel, “¡toma ya!” pienso, ¿qué puede hacer y qué debe hacer con esa frase un profesor de filosofía?, isabel me sitúa en un dilema, ¿cuánto es de importante la forma en que resuelva este conflicto?, ¿es un conflicto que sólo yo siento como conflicto?, miro a Juanjo y pienso en el parecido tan grande que hay entre su conducta y la del adolescente que fui (¿o todavía me parezco?), compruebo cómo ana belén abandona su sitio y se me acerca con sus dos manos levantándose la camiseta por la espalda descubriendo la zona del tatuaje, “¿rafa por favor puedo ir al baño que me duele?” (acompaña el “por favor” de un leve movimiento de ojos que parece ensayado), mientras tanto mi mente ha ido cocinando sin mi conocimiento otra posible justificación para isabel que irrumpe en mi consciencia, me vuelvo hacia ella, “no sólo somos 17 individuos que compartimos aula, somos un grupo” le espeto, “debemos funcionar como grupo, si alguien desafina (me acordé de Jesús Mario) desafinamos todos”, dicho, ¿satisfecho?, toca el timbre de fin de clase, comienzo a recoger mis cosas con cierta lentitud, lentitud de fatiga, lentitud de tristeza, me cuelgo la mochila a la espalda, algunos niños salen al pasillo, algunos permanecen en el aula, en la puerta me vuelvo y busco a isabel, “pensaré si tienes razón” le digo, ella no me mira, “hasta el recreo” termino, me voy, abandono el pasillo.

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