“[...]podríamos
comparar nuestros sistemas educativos con una carretera de diversos
tramos de dificultad y características (GARCÍA CALVO, J;1982). Una
carretera llena de curvas y de obstáculos geográficos en la que nuestros
alumnos tienen que conducir con mayor o menor pericia para acceder a
tramos superiores y así los mejores alumnos-conductores serían aquellos
que consiguiesen salvar todas las curvas e irregularidades de la forma
más rápida posible. Sin embargo, cuando se comprueba que no todos pueden
avanzar a la misma velocidad, que son muy pocos los conductores que
llegan a su destino, que hay demasiados accidentes o simplemente que hay
muchos conductores que abandonan, ideamos poner en los lugares más
accidentados todo lo necesario para que los accidentes “se curen” y así
se desarrolla la industria mecánica de reparación; las nuevas normativas
de circulación; los hospitales y los puestos de socorro; las áreas de
descanso y los restaurantes; las autoescuelas especializadas y por
supuesto la industria del automóvil ya que no es lo mismo hacer la
carrera con un utilitario que con un potente coche todo terreno.
De este modo, el desarrollo de la industria de la reparación y de las
leyes de circulación trae consigo un aumento significativo de servicios
superfluos, de establecimientos innecesarios o desaprovechados y se
llega a tal extremo de tecnificación, computerización, pedagogización y
psicologización, que todas las estructuras y dispositivos creados para
evitar los accidentes en las curvas y como consecuencia de los socavones
y las irregularidades del terreno, se convierten en insustituibles
hasta el punto de que no puede concebirse ni entenderse la carretera sin
todos los nuevos establecimientos especializados que dependen de ella.
Paralelamente y al compás del crecimiento de los servicios
complementarios de la carretera, han nacido y se han ido organizando
muchos colectivos profesionales de servicios, cuya vida y supervivencia
depende de los talleres mecánicos, de las áreas de descanso y de los
hospitales, de tal forma que el engranaje y la relación de unos
establecimientos con otros es de tal fuerza, que ya resulta muy difícil
concebir una carretera sin curvas, sin baches y con amplios puentes que
reduzcan las distancias y que por su altura pueda percibirse fácilmente
el destino del viaje.
Pero la realidad, cuando se la ignora cerrándole las puertas, más
temprano que tarde termina entrando por las ventanas. Nuevos modelos de
automóviles se ponen a la venta únicamente accesibles para aquellos
clientes con alto poder adquisitivo e incluso se realizan voluntariosos
esfuerzos destinados a reformar la carretera haciéndonos creer que los
accidentes de circulación disminuirán y que la conducción resultará más
cómoda y veloz, pero muy pronto nos damos cuenta de que la habilidad
para conducir, la seguridad del viaje o los nuevos modelos de
automóviles únicamente pueden disfrutarlos aquellos conductores que
proceden de familias relacionadas con la industria de la carretera que
han sacado el permiso de circulación en autoescuelas especializadas y
que por tanto han comenzado a viajar con una dotación de capital
económico y cultural previo, que les garantiza con seguridad la llegada a
la meta.
Sin embargo a pesar de que nuevos modelos de automóviles circulan por
la carretera y de que han proliferado las áreas de descanso, siguen
aumentando los accidentes y es en este punto, dado que los accidentes se
siguen produciendo, donde algunos conductores comienzan a recordar lo
que no hace mucho tiempoles decían los viejos camioneros del lugar; la
razón de tantos accidentes no está ni en la velocidad, ni en los modelos
de coches, ni en las normas de circulación; está en las curvas y en las
irregularidades del terreno, por eso los accidentes no disminuirán
hasta que no se hagan carreteras sin curvas y con un pavimento a prueba
de baches. Pero además y aunque la carretera sea recta y con la
seguridad y comodidad de una autopista, la disminución de los accidentes
dependerá del lugar hacia donde queramos dirigirnos, de la distancia,
de la topografía del terreno, del clima, de las condiciones de salud de
los conductores y también del ánimo, la alegría y la habilidad con que
los conductores conducen sus vehículos y conviven entre sí.
Si analizamos así la crisis de los sistemas escolares de nuestro
tiempo, aplicando la metáfora de la carretera con curvas, el problema a
nuestro juicio reside en encontrar ese camino más o menos recto e
incluso no necesariamente recto, que habiendo sido descubierto y
construido por los caminantes, nos conduzca a ese lugar en el que los
fines tienen la primacía sobre los medios, las vivencias se transforman
en experiencia, el conocimiento permite producir sabiduría y en el que
el ser humano es considerado y valorado por su “ser” y no por su “tener”
como diría E. Fromm.
A partir de aquí, creemos que la opción por un determinado currículum o
en nuestro caso por un determinado modelo de intervención
psicopedagógica, es sustancialmente una opción ética, una opción moral
en su sentido más profundo.. Cuando legisladores, planificadores,
profesoras y profesores, profesionales de la orientación
psicopedagógica, optan por un determinado conjunto de objetivos,
contenidos, métodos y estrategias de evaluación, o por determinados
programas de intervención o estrategias o técnicas específicas de
tratamiento, están verdaderamente realizando opciones morales y éticas,
ya que ese currículum, ese programa o esa intervención psicopedagógica, ,
se quiera o no, se sea consciente o no, está sirviendo a una
determinada finalidad general en la que se ponen en juego los
fundamentos ontológicos, epistemológicos, teleológicos y antropológicos
de la educación y en consecuencia de aquello que entendemos como modelo o
paradigma de vida. No existen por tanto en términos pedagógicos
opciones axiológicamente neutrales,, técnicamente asépticas o
higiénicamente garantizadas de contagio axiológico”. (Juan Miguel
Batalloso Navas, Dimensiones de la orientación educativa. Una visión
transdiciplinar; Ediciones Aljibe; págs. 27-29)
No hay comentarios:
Publicar un comentario